Jalisco es sinónimo de tradición, sabor y cultura, y pocas expresiones lo representan mejor que sus dos bebidas espirituosas más emblemáticas: el tequila y la raicilla. Ambas nacidas del agave, estas bebidas no solo reflejan la riqueza natural del estado, sino también su historia, su ingenio y su profunda conexión con la tierra.
EL TEQUILA: SÍMBOLO INTERNACIONAL DE MÉXICO
Originario de la región que lleva su nombre, el tequila es, sin duda, el destilado mexicano más reconocido a nivel mundial. Solo puede elaborarse a partir del Agave Tequilana Weber variedad azul, y su proceso combina la herencia del agave mexicano con las técnicas de destilación introducidas desde Europa.
Amparado por una Denominación de Origen que abarca 181 municipios (125 de ellos en Jalisco), el tequila ha logrado conquistar paladares en todos los continentes. Su sabor depende del suelo y del proceso de producción:
- Tequila de Los Altos: Proveniente de tierras rojas ricas en minerales, suele ser más dulce y afrutado.
- Tequila de Los Valles: Ofrece notas más herbales gracias al uso de agua del volcán de Tequila.
Ya sea en su versión blanco, reposado o añejo, el tequila representa la elegancia y versatilidad del espíritu jalisciense.
LA RAICILLA: EL TESORO OCULTO DE LA SIERRA
Menos conocida, pero igualmente fascinante, la raicilla tiene su origen en las antiguas zonas mineras de la Sierra Madre Occidental. A diferencia del tequila, puede elaborarse con hasta cinco especies distintas de agave, lo que le otorga una mayor diversidad de aromas y sabores.
Reconocida oficialmente con Denominación de Origen, la raicilla se produce en 16 municipios de Jalisco y se clasifica en tres categorías según su método de elaboración: raicilla, raicilla artesanal y raicilla tradicional.
Existen dos grandes variedades:
- Raicilla de La Sierra: Elaborada con agaves Maximiliana, Inaequidens y Valenciana, con notas minerales y ahumadas.
- Raicilla de La Costa: Producida con agaves Angustifolia y Rhodacantha, de perfil más frutal y herbal.
DOS BEBIDAS, UN MISMO ESPÍRITU
Aunque distintas en origen y carácter, el tequila y la raicilla comparten algo esencial: ambas son una celebración del agave y de la identidad cultural de Jalisco. En cada sorbo se aprecia la historia de un pueblo que, generación tras generación, ha sabido transformar la tierra en arte líquido, reafirmando que el alma de México se destila en Jalisco.